Sin marcas visibles - Rachel Louise Snyder

Título original: No visible bruises

Autora: Rachel Louise Snyder

Libro autoconclusivo

Género: no ficción

Editorial: Ediciones Urano

¡gracias a la editorial por el ejemplar!

Páginas: 380

Calificación: ★★★

Uno de los propósitos que me puse para 2022 es explorar nuevos géneros, el año pasado me inicié en el romance histórico y este decidí darle la oportunidad a la no ficción, en especial porque la lectura que elegí es sobre la violencia de género y las claves para evitarlo.

De todos los crímenes por violencia doméstica, un ochenta y cinco por ciento son perpetrados contra mujeres y niñas. 137 mujeres son asesinadas a diario en el mundo por sus parejas o en el contexto familiar.
La periodista de investigación Rachel Louise Snyder está aquí para decirnos, con voz clara, empática y accesible, algo que no siempre queremos oír: el lugar más peligroso para las mujeres es su propio hogar. ¿Es el maltratador más poderoso que el sistema? ¿Por qué «soportan» las víctimas la situación de violencia? ¿Son los refugios la solución? ¿Es posible predecir el asesinato? ¿Qué señales pueden alertar del peligro, no solo a la víctima sino también al entorno y a todo el sistema? ¿Es posible la rehabilitación?
A partir de impactantes casos reales, Snyder crea un relato trepidante que da voz a todos los implicados en la violencia de género: víctimas y supervivientes, familiares, profesionales y activistas que luchan por encontrar soluciones más efectivas; también a los perpetradores. 

Esa sinopsis es copiada (not shame on me) porque no creo que sea posible hacer una propia cuando se trata de un libro de no ficción, y menos aún sin querer empezar a dar mi opinión sobre el tema. Una de las cosas que me hizo animarme a pedir este libro fue el subtítulo claves de la violencia de género que pueden salvarte la vida, pues siento que siempre es necesario tener información sobre un tema tan serio y que, lamentablemente, sucede en todos lados. Pero el marketing, esta vez de la versión en español, hizo de las suyas, pues el libro no se enfoca en las claves sobre la violencia de género que nos salvarán la vida, sino que recopila datos y casos sobre violencia intrafamiliar y cómo debieron haber sido resueltos. Ajá, la versión en inglés tiene el subtítulo de lo que no sabemos sobre la violencia doméstica puede matarnos (what we don't know about domestic violence can kill us) y no hay mejor forma de describir a este libro, datos sobre la violencia doméstica que debemos tener en cuenta no solo al ser parte de una relación, sino como familiar, amigo, compañero de trabajo, vecino y profesionista (en especial a los profesionales de la salud y los involucrados en atención legal de personas). El libro está estructurado en tres partes, cada una con una perspectiva y datos diferentes, así que comentaré un poco de qué trata cada uno (al cabo no hay ninguna trama de la que se pueda hacer spoiler) y daré mi opinión al respecto (no sobre los datos reales, sino la manera en que la autora lo aborda).

Antes de iniciar con cada parte, es necesario que mencione que la forma de escribir de la autora no es nada amigable y que un libro que podría ser corto (200 páginas por mucho) termina siendo increíblemente largo, denso, repetitivo y aburrido. La autora no sabe centrarse en lo importante y se desvía dándonos información irrelevante sobre el clima, la manera en qué va vestida y arreglada cada persona con la que se entrevista, aspectos sobre su vida cotidiana (como lo que compró en el súper para comer), etc, estas pequeñas cosas que no aportan nada o llegan a ser relevantes en lo más mínimo en la manera en que se perciben las historias que está por contarnos y en los aspectos de lo que ha investigado. Por si eso no fuera poco, nos da un montón de información sobre cómo se fundaron asociaciones o programas que son clave para combatir la violencia en algunos condados (no a nivel nacional porque eso aún está muy lejos y nos deja muy claro lo molesta que está haciendo múltiples críticas hacia todo y todos) y se dedica a criticar todas las acciones y leyes que estuvieron vigentes en el momento en que se cometieron los crímenes intrafamiliares... y sí, entiendo que, viéndolo en retrospectiva, son casos que pudieron haberse resuelto de manera muy simple, pero para ser justos, la autora retoma casos de hace casi quince años, de una época completamente diferente a la que vivimos donde las leyes ni las luchas sociales habían explotado ni tomado tanta relevancia. Expuestas estas impresiones, empecemos a desmenuzar esto.

La primer parte es el final, aquí no enfocamos en las víctimas y en el aspecto de por qué no escapan de sus agresores. Para analizar este tema se usa la historia del familicio de Michelle Monson a manos del padre de sus hijos, Rocky Mosure, y se examina parte a parte los aspectos de su relación, todas las red flags de su vida en pareja y analiza las razones por las que una víctima que ha sufrido tanto abuso, como Michelle, se quedan con quienes ponen en peligro su vida. Sin mentir esta es la parte más fuerte, que más aporta y dura de procesar pues, de mano de la familia de Michelle, se enfatiza en todo lo que nos indica (o indicó, como en el caso de Michelle) cuando una relación se pone peligrosa y es el momento de actuar activamente. Hay datos de suma importancia para detectar un posible homicidio, como el hecho de que es más probable que un hombre que estrangula asesine con respecto a cualquier otro tipo de violencia. Pero lo que más rescato de esta parte es que se nos recuerda que las víctimas de violencia intrafamiliar no se quedan porque quieren, por comodidad o porque la violencia no sea un peligro real, lo hacen porque son conscientes del riesgo que implica huir, así que se resignan con poder garantizar su supervivencia y la de sus hijos. TERRORÍFICO.

Seguimos con el principio, esta parte se centra y da voz a los abusadores. Es sin dudas la parte más difícil de digerir de las tres, pues se siente como un espacio donde se intenta redimir a aquellos que hicieron daño a sus parejas y que ahora son conscientes de ello. No creo que los violentadores no puedan enmendar sus errores, pero no creo que sea conveniente hacerlos partícipes de esta narrativa porque no son villanos ficticios con los que podemos empatizar con su pasado y centrarnos en su presente, es como decir "está en prisión por casi matar a su pareja, pero vamos, está intentando ser mejor persona". Además me dio la percepción de que se intenta justificar la violencia por parte de los hombres argumentando que la sociedad los ha acorralado a un punto donde deben ser insensibles y guardarse todo hasta el punto en el que pueden estallar por la mínima cosa y terminarán replicando las conductas violentas de las que fueron víctimas en algún punto de su vida. Entiendo que esta parte intenta dar un rayo de luz al presentar dos casos de violentadores que han cumplido casi por completo su condena, han entendido la magnitud de sus actos, que están en cursos y procesos de deconstrucción e inclusive son la guía de cambio para otros agresores, pero ¿qué pasará cuando vuelvan a entrar en una relación y se den cuenta que el mundo no se rendirá a sus pies por ser una persona decente? No obtenemos respuesta a esta pregunta y eso es lo que me parece más ABSURDO de todo, que tenemos que confiar en que serán buenas personas de por vida y que sus actitudes violentas son cosas del pasado.

Terminamos con el medio, aquí la autora se enfoca en recopilar datos sobre todas las iniciativas y asociaciones que hay actualmente para combatir la violencia intrafamiliar y ayudar a las supervivientes a superar el trauma por el que han pasado. Esta sin dudas es la parte más IRRELEVANTE, pues se critica lo ineficientes que eran las políticas anteriores y pone como ejemplo múltiples familicidios que pudieron haberse prevenido si tan solo la ley protegiera a las víctimas y no a los agresores (asunto que ya se comentó en las dos partes anteriores con su respectiva crítica social, así que sale mucho más que sobrando *emoji de ojos en blanco*). Es interesante saber cómo es que surge la necesidad de crear nuevos espacios y políticas que protejan a las víctimas, pero es un enfoque completamente diferente al que se intenta abordar en las dos partes anteriores y estas últimas cien páginas salen sobrando por completo.

No quiero dar a entender que la investigación que realizó la autora no tiene fundamentos, que es inútil o que los casos presentados son irrelevantes porque no es así, soy consciente de lo difícil que debió resultar entablar conversaciones con familiares de víctimas de violencia y verlos castigarse con el "si hubiera..."; lo complicado que es reducir a una familia a una simple cifra sin nombre para que el estado siga ignorándola; y lo frustrante que es ver cómo las leyes que deben proteger siempre están en contra de quien más tiene que perder y defienden a los criminales (en este caso a los agresores domésticos). Llené mi libro de post its resaltando datos que desconocía y que son importantes tener en mente porque siguen pasando y no podemos olvidarnos de ellos (el dato del estrangulamiento y que es un indicador mayor de probable homicidio, sus repercusiones a largo plazo y la manera en la que los servicios de emergencia reaccionan ante este suceso me sigue dejando helado).

En resumen, Sin marcas visibles, es un libro que reúne muchísimos datos, historias y hechos sobre la violencia intrafamiliar y su evolución social y legal y que sin dudas no te deja indiferente ante todo lo que se esconde y que traspasa nuestra comprensión al no vivirlo en carne propia. Más allá de esto, no es una lectura que podría definirse como imprescindible u obligatoria sino como de consulta.

Erick